La medición del tiempo era relativa.
Una hora romana podía durar desde 75 minutos modernos en verano hasta 44 en invierno.
¿ Cómo podía pasar esto?
Lo que sucede es que los romanos se basaban en el sol. 12 horas diurnas empezaban con el amanecer, y después de la puesta del sol se contaban otras 12 horas nocturnas. Debido a que la longitud del día en invierno y en verano era muy diferente, la longitud de cada hora también podía variar. Por lo tanto, los romanos tenían mucha paciencia con las tardanzas y no eran muy puntuales.
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